Ayer por la noche, noche de Halloween para los más jóvenes y víspera del Día de todos los Santos para otros muchos, mi mujer y yo fuimos al café de nuestro buen amigo Sixto, “La Buhardilla” en la calle San Martín, a tomar una caña tranquilamente.

Cuando llevábamos un rato de charla, reparé en un hombre algo mayor, con barba y pelo cano, que estaba sentado en la mesa más escondida, detrás de una columna. Daba la sensación de abatido, como si aquello que le rondaba la cabeza le hubiera llevado muy, muy lejos del lugar en que estábamos. Por un momento me pareció verle enjugarse una lágrima con su mano izquierda, mientras agachaba la cabeza apesadumbrado.

No pude resistirme y me acerqué.

.- Buenas noches, ¿se encuentra Ud. Bien?, pregunté.

.- Buenas noches, sí, estoy bien, son los recuerdos que me asaltan y entristecen.

.- Ya, es que estas fechas son malas, todos nos acordamos de los seres queridos que nos dejaron.

.- Si, así es, pensaba en mi padre, sabe, era de Valladolid y lo bautizaron aquí al lado, en la iglesia de San Martín.

.- Comprendo.

.- Y en mi hijo, un poco “cabeza loca”, pero en el fondo, quiero pensar, era un buen hombre.

.- Vaya, siento su pérdida.

.- Más que la pérdida, sabe, lo que siento es que hace muchos años y durante mucho tiempo, tal día como hoy todo el mundo se acordaba de ellos. Incluso, mucha gente se juntaba en sus casas y en los bares hablando de mi hijo, ahora con eso del Hallowen, la gente se disfraza y se va de fiesta y no se acuerdan de ellos.

.- ¿Eran famosos?

.- Muy famosos, mi padre fue una institución en Valladolid, nos dejó en el año 93, pero su recuerdo y sus historias le hicieron casi inmortal.

.- Si, la verdad es que tenemos mucha facilidad para olvidar.

.- Y mi hijo, como era mi hijo, era un buen mozo con mucho éxito con las mujeres, tenía fama y muchos defectos. Un día se enamoró y toda su vida cambió.

.- Para bien, espero.

.- Bueno, se dio cuenta de que tenía que sentar la cabeza y que lo que quería, era vivir su vida junto a aquella mujer.

.- ¿Y qué pasó?

.- Pues lo de siempre, que cuando crees que ya has conseguido la felicidad y que todo va a ir sobre ruedas, llegó la fatalidad, y lo perdí.

.- Lo siento.

.- Menos mal, que en el último suspiro logró ponerse en paz consigo mismo y con los demás, al menos, eso dicen.

.- Bueno, la vida continúa y usted debe mantener la memoria de su hijo y de su padre.

.- Eso quisiera, pero ya le digo que la gente casi los ha olvidado. Y ahora, discúlpeme, tengo que marchar. Espero no encontrarme con la gente disfrazada y ruidosa que van llevando a mis seres queridos al olvido.

.- Muy bien, me alegro de haberle conocido, yo soy Miguel ¿y usted?.

.- Yo Diego, y mi hijo se llamaba Juan y mi padre José.

.- Diego, ese es un nombre notorio, le comenté, ¿y su apellido?

Alzó la cara orgulloso y contestó:

TENORIO

Una historia de Miguel Angel Guadilla
www.valladolidweb.es

 Publicado el 01-11-2016 en el diario digital "Valladolid Siglo 21",

en la sección "Hablando de Valladolid"

01-11-2019

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