
La Academia se encuentra ubicada en la Casa de
Cervantes
En 1779 un grupo de aficionados a las Matemáticas, presidido por el joven
Pedro Regalado Pérez Martínez, tuvo la idea de crear en Valladolid una
academia para enseñar matemáticas y dibujo a la juventud interesada.
Las primeras constituciones para el funcionamiento de la institución
pedagógica fueron revisadas por la Sociedad Económica Matritense y aprobadas
en 1783 por el monarca Carlos III, que admitió a la Corporación bajo su real
protección. Tres años más tarde se redactaron nuevos Estatutos, fijándose la
denominación académica como "Real Academia de la Purísima Concepción de
Matemáticas y Nobles Artes", y Carlos IV le otorgó en 1802 los mismos
privilegios y exenciones que disfrutaban las Academias de San Carlos de
Valencia y San Luis de Zaragoza.
Los fines que se propuso la Academia vallisoletana fueron en un principio
la promoción y fomento de las artes mediante la enseñanza de las matemáticas
y el dibujo; la conservación de los monumentos y obras de arte existentes en
la región, y la vigilancia para preservar la pureza de los cánones
artísticos establecidos. Tenía un ideario y unos fines absolutamente
"ilustrados".
Para cumplir tan reducido y al mismo tiempo ambicioso programa la Real
Academia, a cuyo frente estuvo -hasta 1849- la figura del Protector, dispuso
de un cuadro de personal docente (Director general, Directores y Tenientes
de las distintas enseñanzas) y de un número indeterminado de académicos que
se clasificaban en Meritorios y Honorarios, elegidos respectivamente por sus
méritos artísticos o relevancia social.
Las enseñanzas que ofrecía la Institución se ampliaron en 1794,
impartiéndose clases de Arquitectura y algo más tarde de Pintura y
Escultura. Al mismo tiempo la Academia habilitaba, mediante examen, a los
que deseaban ejercer la arquitectura u obtener el título de Maestro de
Obras, Agrimensor y Aforador, inspeccionando igualmente, a partir de 1808
todos los proyectos artísticos o arquitectónicos que se pretendían realizar
en la región, bien fuese por particulares o por corporaciones. De esta
manera se reforzaba la vigilancia que desplegaba la Real Academia de San
Fernando, garantizándose mejor la unificación estética del país.
En 1849 todas las Academias del Reino sufrieron una reestructuración
importante, procediendo el Gobierno a su reglamentación y clasificación. La
vallisoletana a partir de 1850 perdió su denominación castiza y pasó a
titularse "Academia Provincial de Bellas Artes", considerándose como de
primera clase, fijándose el número de sus miembros en 24 (20 académicos,
Presidente y 3 consiliarios) y estructurando sus enseñanzas en elementales y
superiores (suprimidas éstas en 1869). Además se hizo cargo del recién
creado Museo de Pintura y Escultura, formado con las obras de arte
procedentes de los conventos desamortizados y en cuyos trabajos
preparatorios desempeñó la Academia un papel decisivo, al tiempo que
continuó velando por el buen gusto de las obras o reformas que se llevaban a
cabo en su jurisdicción.
La nueva vida académica se reforzó en 1852 con la creación de la Escuela
de Maestros de Obras, Directores de Caminos vecinales y Agrimensores
(suprimida en 1869), el inicio de la formación en 1875 de la Galería de
Objetos Arqueológicos, base del futuro Museo de Antigüedades o Arqueológico
(1879) y una crecida emisión de informes oficiales solicitados por los
distintos organismos locales o nacionales sobre monumentos, oportunidad de
reformas, conservación del patrimonio histórico-artístico, etc.
En 1863 la Academia tuvo la idea de convocar un concurso para premiar las
cualidades artísticas de sus alumnos más sobresalientes. Sin embargo el
proyecto no se consolidó hasta el año 1875, institucionalizándose a partir
de entonces y engrosando con las obras premiadas los fondos artísticos de la
Institución, que pretendía formar una Galería de artistas contemporáneos.
Los concursos supusieron un formidable aliciente para el alumnado de la
escuela académica. Un alumnado que crecía paulatinamente según pasaban los
años. En el curso 1872-1873 se matricularon 648 alumnos, mientras que en
1890-1891 el número aumentó a 1.144, siendo la matrícula del curso 1883-1884
la más elevada: 1.238 alumnos. Además a partir del año académico 1875-1876
se permitió el ingreso al alumnado femenino, convirtiéndose en una de las
escuelas más avanzadas y concurridas de la nación.
La Academia, que había nacido en la sala de juntas de la cofradía
penitencial de Nuestra Señora de la Piedad, sin más medios económicos,
costeada y mantenida hasta 1804 por los propios académicos no tuvo nunca una
vida económica fuerte. Pendiente en un principio de los ingresos procedentes
de la casa-teatro de la ciudad o de determinados arbitrios de puertas,
dependió posteriormente de las subvenciones municipales y provinciales hasta
que el entonces Ministerio de Instrucción se hizo cargo del costo de las
enseñanzas que impartía.
La necesidad de disponer de espacio suficiente para albergar el crecido
número de alumnos, los museos y la propia Corporación representó un
verdadero problema. Los traslados de domicilio fueron continuos
(Ayuntamiento, diversas casas en las calles de Teresa Gil y Fray Luis de
León) y se puede decir que no tuvo adecuado establecimiento hasta 1856 en
que se instaló en el antiguo Colegio de Santa Cruz, del que fue desalojada
en 1935, trasladando entonces sus enseres y colección a los almacenes del
Museo Nacional de Escultura.
Cuando en 1892 por Real Decreto se reorganizaron las Escuelas de Bellas
Artes, se asestó un duro golpe a la Real Academia, que tuvo que desprenderse
de aquélla. Sin embargo muchos de sus miembros siguieron impartiendo sus
enseñanzas en la Escuela, que variaría de nombre titulándose sucesivamente:
de Artes e Industrias (1900), de Artes Industriales (1907) y posteriormente
de Artes y Oficios (1910). Ciertamente la Academia continuó rigiendo la vida
artística de la ciudad y todavía en 1904 y 1912 convocó dos importantes
concursos y exposiciones de obras de arte, creándose también en 1911,
gracias a sus gestiones, la Escuela de Música, llamada más tarde
Conservatorio de Música.
En 1936 la Academia volvió a denominarse con su antiguo título de la
Purísima Concepción y en 1948 se instaló en la Casa de Cervantes (c/ del
Rastro, s/n), entonces bajo el patronato de la Fundaciones Vega Inclán. Por
fin en 1989 pudo ver cumplido su antiguo anhelo de instalar dignamente sus
colecciones artísticas en su propio Museo ocupando para ello la segunda
planta de la vivienda en la que tiene su sede.
Desde 1994 forma parte de la Confederación Española de Centros de
Estudios Locales (CECEL) y desde 1996 se encuentra asociada al Instituto de
España.
Información obtenida de la
página oficial de la
Academia de la Purísima Concepción
08-03-2013 |