Como todos sabemos, en la antigüedad cuando alguien moría era enterrado en las iglesias, conventos, mezquitas, sinagogas y hospitales, unos dentro, otros en los claustros y capillas, y los más fuera en los terrenos cercanos, y por supuesto otros iban a parar a terrenos extramuros de la villa, pueblo o ciudad.

Como es lógico, en Valladolid ocurría exactamente lo mismo, y así se han encontrado muchas veces al hacer nuevos edificios, calles, aparcamientos, etc., restos de lo que habían sido cementerios junto a alguno de estos edificios, existentes o ya desaparecidos.

Se sabe que el Hospital de Esgueva tuvo su propio cementerio con cerca de piedra, bolas y puerta de reja de hierro, como lo tuvo la iglesia de La Antigua hasta 1811, que al parecer lo derribaron los franceses.

Interior del Cementerio con la Iglesia del Carmen de Extramuros al fondo

Hubo también un cementerio cerca de la Puerta del Prado, al final de la que hoy es la calle Portillo del Prado, que fue de alguna forma el antecesor del Cementerio actual del Carmen. Así nos los describe Casimiro González García-Valladolid en su libro  "Valladolid Recuerdos y Grandezas" del año 1900:

"En el año 1826 los Caballeros Patronos de dicho Real Hospital de Santa María de Esgueva y la Cofradía de Animas Pobres de la iglesia parroquial de Nuestra Señora la Antigua, edificaron á corta distancia de la población y en sustitución del que antes tenían, éntrelas calzadas que conducen al valle de Esgueva y la que va al Cementerio general, un pequeño Cementerio para enterramiento de dichos Caballeros, de los Cofrades y de los pobres que morían en el Hospital citado; constituyéndole un terreno cuadrado con cercas ó tapias, una capilla frente á la entrada, galerías de nichos á los costados y el enterramiento general. Sobre su sencilla puerta se halla grabada la siguiente inscripción:

«AQUÍ ACABAN PLACER Y VANOS GUSTOS

Y COMIENZA LA GLORIA DE LOS JUSTOS».

Al presente se halla destinado para enterramiento exclusivo de las Hermanas de la Caridad que mueren en los diferentes establecimientos benéficos en que prestan sus servicios estas religiosas en nuestra población".

Ya en 1787 Carlos III había emitido una Real Cédula que obligaba a los Ayuntamiento a construir cementerios públicos fuera de las poblaciones, pero  al parecer mucho caso no le hicieron. Fue el 1 de junio de 1833 cuando, para evitar enfermedades y debido al crecimiento de la población y por tanto de los fallecidos, el Gobierno de la Nación ordenó que a partir de esa fecha quedaba prohibido enterrar en iglesias, conventos y hospitales, exceptuando las Catedrales para los Prelados y los cementerios de los conventos de religiosas de clausura. Exigiendo la creación de cementerios municipales a las afueras de las poblaciones.

Aún así, en 1854 se construyó en la cuesta al lado del Monasterio de Prado, cuando era Presidio Peninsular, un cementerio para enterrar a los presos que allí morían. Años más tarde fue vaciado y desmantelado.

En el caso de nuestra ciudad, el Gobierno, propietario desde la Desamortización, cedió al Ayuntamiento los terrenos con sus huertas que habían sido del convento del Carmen Descalzo, para crear el actual Cementerio Municipal del Carmen de Extramuros, manteniendo la iglesia.

A modo de curiosidad, García-Valladolid nos cuenta que el primer enterramiento se realizó el 28 de julio de 1833, y que el fallecido era un tejedor vecino del barrio de San Juan, llamado Lucas Cosme.

Estas campanas que hoy se pueden ver en el Cementerio, durante muchos

años avisaron de la hora de cierre, para que nadie se quedara dentro.

Así nos describe Casimiro G. García-Valladolid al entonces llamado "Cementerio General de Valladolid":

"... se halla implantado á un cuarto de hora de la población, saliendo por el antiguo Portillo del Prado; su camino está formado por dos anchos paseos y una hermosa calzada, adornada por cuatro dilatadas hileras de árboles y asientos de piedra, cuyas calzadas terminan en una glorieta circular, bordada también de árboles, que sirve de acceso al Cementerio. Este se encuentra cercado por tapias y en la de la línea principal, de frente á la Ciudad, están las puertas de entrada al mismo, que son tres bonitos pórticos de arco, construidos de piedra; el central notable por sus bellas proporciones y correcta ejecución, es la portada de la iglesia del extinguido Colegio de San Gabriel, de la cual se colocó la primera piedra en el lugar que ocupa al presente, el día 1 de Septiembre del año 1840".

No creamos que sentó muy bien a los vallisoletanos de entonces el nuevo cementerio, más bien lo contrario, ya que les parecía un lugar muy alejado, y no les hacia  ninguna gracia dejar allí tan solos a sus seres queridos.

La puerta del antiguo Colegio de San Gabriel con el rótulo de Cementerio Católico

En el año 1834 a la izquierda del cementerio se creó otro para lo ajusticiados y en 1880 al lado derecho y separado por una tapia se creó el Cementerio Civil, pasando el general a llamarse "Cementerio Católico de Valladolid". Hoy, afortunadamente, han desaparecido estas diferencias, incluida la tapia de separación.

En la verja de hiero del arco de medio punto de la puerta de entrada figura el año 1843, que al parecer es cuando se terminaron las obras.

Ampliación del Cementerio del Carmen

Con la gran ampliación de terreno que se realizó a final de los años 70, se abrió una nueva puerta en la Avenida Santander, para favorecer la salida de vehículos.

A la izquierda de la entrada se encuentra en una zona ajardinada el Panteón de Vallisoletanos ilustres, con una escultura alegórica de Castilla en el centro, realizada por Carretero.

El Panteón de Vallisoletanos Ilustres se inauguró el 4 de abril de 1902, con el enterramiento definitivo de los restos de Zorrilla, hoy se encuentran allí enterrados:

alrededor del pedestal; José Zorrilla, Pío del Río Hortega, José Muro López, Narciso Alonso Cortés, Ricardo Macías Picavea, Vicente Escudero, José Almirante Torroella y Emilio Ferrari, alrededor del Panteón Rosa Chacel y Miguel Delibes.

En un extremo y otro de este jardín se encuentran, sin entrar en el porqué y el como, los monumentos a Onésimo Redondo  y al General Martínez Anido.

Durante la Guerra Civil, dicen, se rumorea, se comenta, que por las noches las tapias del cementerio se usaban de paredón de fusilamientos, quizás de aquellos que ahora están siendo sacados de las fosas comunes que han descubierto en el interior. Lo cierto es que más de una vez, durante muchos años, han aparecido en el Día de Todos los Santos, ramos de flores junto a las tapias y en el medio de algunos paseos en el interior del Cementerio.

Hoy, el pasear por el Cementerio Municipal, sobre todo por la parte más antigua, es como pasear por la historia de la ciudad, allí encontramos las tumbas de el arquitecto Teodosio Torres, los alcaldes Miguel Iscar, García Quintana o Santiago López, del ministro Mariano Miguel de Reynoso, el patriarca gitano Tío Borlas, panteones de familias como la de Miguel de Prado, Loygorri, Briso Montiano, Presa, Ortiz de Vega, Berzosa, Guerra, Semprún, Alba Bonifáz y un largo etcétera.

También podemos admirar una gran muestra de arte funerario, pero arte al fin, con bonitas capillas y panteones, esculturas de cruces decoradas, de ángeles, de personas fallecidas o de figuras religiosas, tumbas de judíos y masones con sus símbolos, panteones de ordenes religiosas o de organizaciones o partidos políticos y sindicatos, unos con el Yugo y las Flechas, otros con la Hoz y el Martillo o con la rosa socialista.

Homenaje del Ayuntamiento a los bomberos fallecidos

en la explosión del polvorín

Y como no, homenajes a bomberos, policías y militares fallecidos heroicamente, alguno asesinado por ETA otros fallecidos en acto de servicios como en la explosión del polvorín.

Por la parte de fuera del cementerio, en la campiña del Carmen antes de la iglesia, hay un edificio de ladrillo con ventanas en arco, que fue el depósito de cadáveres y que también da al interior del cementerio.

Un poco más adelante, entre la tapia y la iglesia del Carmen hay una viviendas bajas, también construidas en ladrillo y zócalo de piedra, que fueron hasta final de los años 60 las viviendas del conserje, el portero y el enterrador del cementerio, hoy están cegadas puertas y ventanas para evitar "inquilinos".

Como ya he dicho antes, visitar este cementerio es un auténtico recorrido por la historia de la ciudad, y desde hace tiempo hay visitas guiadas organizadas por la Asociación Vecinal 24 de Diciembre (Barrio Belén) y Asociación Vecinal San Pedro Regalado-Los Viveros, realmente interesantes. Tienes la información en: https://visitascementeriovalladolid.webnode.es/

VER FOTOS

Fuentes Consultadas:

"Valladolid Recuerdos y Grandezas" de Casimiro G. García-Valladolid.

"Monumentos civiles de la ciudad de Valladolid" de J.J. Martín González

"Un paseo por el Cementerio del Carmen" de Jesús Anta 19-10-2012 en "Valladolid, la mirada curiosa"

24-04-2020 - m@guadi

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